La idea consiste en realizar una sutil distorsión de la imagen de los retratados. Seguirán siendo reconocibles, pero algo resultará extraño en su representación. Esta característica que será extraña en cada una de las imágenes, a la vez será un elemento unificador en todas ellas, además de: encuadre, pose, disposición, esquema de luces,…
De esta forma, planteamos la posibilidad de restar un elemento identificativo en cada imagen, pero que lo será de toda la serie. Como se hará reseñable, es la nariz del autor aquello que permanece inalterable y se repite en cada una de las fotografías. La elección de este elemento como agente unificador y, a la vez, extraño se debe a dos razones:
La primera, de carácter personal, dado que hace cuatro años que fui sometido a una septo-rinoplastia para recolocar el tabique nasal, lo que provocó que perdiera una característica familiar en la intersección del hueso y el cartílago. Característica, que aunque casi inapreciable, para el dueño de la nariz supuso, no rechazo, pero si una gran extrañeza durante el primer año de recuperación.
La segunda responde a un aspecto académico: en el desarrollo del retrato, sobre todo en Dibujo, debemos guardar especial cuidado al realizar la nariz, debido a que una mala interpretación de ésta, por mucho parecido que hayamos logrado hacer el resto del rostro, nos echará por tierra el trabajo, pues no funcionará. Y el hecho de conseguir el parecido en el naso, mejorará las carencias del retrato, si no nos hemos aplicado igual de bien en el resto del facciones.
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